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personas no estén basadas en razas ni en condiciones sociales,
sino en la convicción profunda de tener un Padre común. La
redención nos ofrece “una nueva manera de relacionarse:
con uno mismo, desde la confianza y la obediencia al Padre,
mirando al pasado con gratitud y el futuro con esperanza;
con los demás, en clave de fraternidad, entrega, compasión
y solidaridad; con la creación, con respeto y responsabilidad,
conservándola y cultivándola” (PGP 130).
41. Por otra parte, al mirar el Acontecimiento
Guadalupano, los obispos mexicanos ref rendan su
compromiso de seguir construyendo una casita sagrada,
pedida por Nuestra Madre, porque “es un lugar donde nadie se
siente extraño; un lugar de encuentro, convivencia y cercanía
con los seres queridos; un lugar donde se comparten las
experiencias de la vida” (PGP 154). Uno de los grandes retos
de la pastoral ha sido el que, en el lugar donde se reúna la
comunidad, todos nos sintamos en casa. “Cuando esto no
ocurre, cuando no construimos la casita sagrada entre todos,
más de uno se sentirá extraño y con mucha facilidad se irá
de casa” (PGP 154).
42. Aunque los obispos sean los sujetos del Proyecto en
general, todos estamos convocados a formar parte de este
sueño. “El sueño de Dios está tejido de los mejores sueños de
todos los hombres y mujeres: la paz, la justicia, la unidad, la
fraternidad, la dignidad de sus hijos, etc. Estos son también los
sueños de nosotros los obispos y de toda la Iglesia de México.
¡No dejemos de soñar y trabajar para que estos sueños se
hagan realidad!” (PGP 189).
43. La Arquidiócesis de México camina en comunión con
la Iglesia que peregrina en todo México al hacer suyas las 6
opciones pastorales que el PGP plantea: