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ello se consoló, mucho con ello quedó satisfecho su corazón. Y le
suplicó instantemente que de inmediato tuviera a bien enviarlo
de mensajero para ver al gobernante Obispo, para llevarle la
señal, su comprobación, para que le crea.
Nican Mopohua 107-123
a. Pongamos atención a la crisis de ayer
El pueblo de ‘México’ (lo decimos entre comillas, pues en 1531
aún no existían las divisiones territoriales de la actualidad) en
poco tiempo había sido testigo de la caída de su sistema social
y religioso, como consecuencia de la conquista. Además de los
estragos por los enfrentamientos militares, la introducción de la
viruela ocasionó una epidemia mortal sin precedentes, todo esto
constituyó un verdadero drama, un severo trauma de identidad,
lo que hoy denominamos una crisis antropológica.
Esta crisis de sentido, manifestada en la experiencia de orfandad,
debido a que los valores, comportamientos, conductas y formas
de ser que le daban significado a la vida, parece que ya no
encajan en esta nueva realidad. Esto trajo consigo desaliento,
desorientación y superficialidad, dando paso a otro rasgo: una
especie de depresión humana, espiritual y moral.
b. Una crisis hoy
Hoy vivimos situaciones que nos han rebasado mucho y que son
un verdadero calvario para personas, familias y comunidades
enteras, en una espiral de dolor a la que por el momento no
se le ve fin. Muchos pueblos en nuestro país experimentan
constantemente la inseguridad, el miedo, el abandono de sus
hogares y una completa orfandad por parte de quienes tienen la
obligación de proteger sus vidas y cuidar sus bienes. Tal parece
que esta situación de violencia ha rebasado a las autoridades
en muchas partes del país, los grupos delincuenciales se han
establecido como verdaderos dueños y señores de espacios y
cotos de poder y, debido a la furia y a la capacidad de terror de
muchos de ellos, han puesto a prueba la fuerza de la ley y del
orden. Son muchos los sufrimientos que a causa de la violencia
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NOVENA INTERCONTINENTAL
GUADALUPANA