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SEGUNDO MOMENTO
Discernir a partir de Cristo y de Santa María
de Guadalupe
Lectura del Nican Mopohua.
“Mucho quiero, mucho deseo, que aquí me levanten mi casita
sagrada, en donde lo mostraré a Él, lo ensalzaré a Él al ponerlo de
manifiesto, lo ofreceré a las gentes; a Él, que es mi amor- Persona;
a Él, que es mi mirada compasiva; a Él, que es mi auxilio; a Él que
es mi salvación”.
Nican Mopohua 27-28
«Mucho deseo, que aquí me levanten mi casita sagrada, en
donde lo mostraré a Él».
María de Guadalupe manifiesta su deseo de que le construyan
una “casita sagrada”, un hogar sagrado, un templo, una iglesia
católica, desde donde ella pueda mostrar, ensalzar, manifestar y
ofrecer a Jesucristo Nuestro Señor. Ella no se ofrece a sí misma,
sino lo más valioso que nos puede entregar: su Hijo amado. Así
como el Padre eterno ofrece a su propio Hijo y Jesucristo dona
su propia vida, también María, su Madre, lo ofrece a él, porque
Él es su mirada compasiva, su auxilio y su salvación. En el fondo,
ella quiere que nos encontremos con Dios, quien se muestra
dispuesto a entregarse a los de corazón humilde.
Podemos imaginar la gran admiración y la inmensa alegría que
suscitó entre los indígenas el conocimiento de este gran suceso,
cuando Juan Diego les informó, pues para ellos el encuentro con
ella era, al mismo tiempo, un encuentro con el único y verdadero
Dios. La alegría no cabría en sus corazones al ser testigos de que
Dios les salía al encuentro; que a ese Dios sí le importaban, que
ese Dios es amor y que ahora venía a ellos.
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NOVENA INTERCONTINENTAL
GUADALUPANA