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SEGUNDO MOMENTO
Discernir a partir de Cristo
y de Santa María de Guadalupe
“Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada
misericordiosa, anda al palacio del obispo de México, y le dirás
cómo yo te envío, para que le descubras cómo mucho deseo que
aquí me provea de una casa, me erija en el llano mi templo; todo le
contarás, cuanto has visto y admirado, y lo que le has oído y ten
por seguro que mucho lo agradeceré y lo pagaré, que por ello, en
verdad, te enriqueceré, te glorificaré; y mucho de allí merecerás con
que yo retribuya tu cansancio, tu servicio con que vas a solicitar el
asunto al que te envío. Ya escuchaste, hijo mío, el menor, mi aliento
mi palabra; anda, haz lo que esté de tu parte”. E inmediatamente
en su presencia se postró, le dijo: “Señora mía, Muchachita mía, en
verdad ya voy a realizar tu venerable palabra; por ahora te dejo, yo,
tu humilde servidor”.
Nican Mopohua 33-38
María contempla la realidad y auxilia sin demora
Así como María se dirigió presurosa a servir a su prima Isabel,
llevando a Jesús en su vientre, María de Guadalupe mostró el
rostro compasivo y misericordioso de su hijo a los moradores de
este continente en su situación y condición. Por eso se ha dicho
que María es la «estrella de la evangelización»:
Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario
de la ternura y del cariño [...] María sabe reconocer las huellas
del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también
en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del
misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana
de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en
Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que
sale de su pueblo para auxiliar a los demás ‘sin demora’ (Lc 1,39).
Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar
hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la
evangelización» (Evangelii gaudium, 288).
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NOVENA INTERCONTINENTAL
GUADALUPANA