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SEMANA GUADALUPANA
Dios nos llama a colaborar con él
Pero Dios y María no pueden actuar solos, necesitan de nuestros
oídos y ojos para escuchar y ver a los necesitados de hoy, requieren
de nuestro corazón para compartir su compasión por el mundo,
de nuestras manos y pies para hacerles sentir y experimentar su
cercanía. Por eso María de Guadalupe llama al indio Juan Diego
a ayudarle en esta gran tarea y le dice “anda, haz lo que esté de
tu parte”.
Juan Diego aprende a mirar como ella, reconoce la importancia
y la seriedad de la tarea, acepta ser enviado como un humilde
servidor y se pone en camino. Para ello requiere antes haber
oído, visto y admirado las maravillas de Dios, es decir, haberse
hecho discípulo, gustar y experimentar la dulzura del encuentro
con Jesucristo y aceptar seguirlo. Porque «Discipulado y misión
son como las dos caras de una misma medalla» (Benedicto XVI,
Discurso inaugural Aparecida 3).
María nos enseña una pedagogía de la atención
En María todos podemos contemplar un modelo de servicio
materno, toda una pedagogía de atención, especialmente
dirigida a los pobres y vulnerables. «Con los ojos puestos en
sus hijos y en sus necesidades, como en Caná de Galilea, María
ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de
entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de
su Hijo. Indica, además, cuál es la pedagogía para que los pobres,
en cada comunidad cristiana, “se sientan como en su casa”. Crea
comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria,
en fraternidad, en atención y acogida del otro, especialmente
si es pobre o necesitado. En nuestras comunidades, su fuerte
presencia ha enriquecido y seguirá enriqueciendo la dimensión
materna de la Iglesia y su actitud acogedora, que la convierte
en “casa y escuela de la comunión” y en espacio espiritual que
prepara para la misión» (Documento de Aparecida 222).
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