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26/01/2025
DOMINGO DE LA PALABRA
¿Cuál fue ese pecado? ¡Desoír, ignorar la Palabra de advertencia amorosa
y providente de Dios y prestar su atención (colocar en el centro de su
corazón) la palabra engañosa de la astuta criatura, símbolo de la tentación
idolátrica!
Solo la Palabra es digna de ser escuchada, de ser entronizada y convertida
en el único criterio para discernir los caminos que llevan a la plenitud de
la vida. Toda otra voz tiene que ser pasada por la criba de la Palabra y, si
es necesario, desechada, arrojada lejos si es contraria a ella.
Pero nadie ama lo que no conoce y por eso es urgente suscitar entre todos
los miembros de la Iglesia un amor encendido y apasionado por la
Escritura, ya que en sus sagradas letras palpita la savia vital de aquel que
es la Palabra viva del Padre que se comunica con su Iglesia para actualizar
la salvación y llevarla a los verdes prados y las aguas cristalinas del
Misterio.
Es necesario que la Palabra anime toda acción pastoral de la Iglesia, para
que, verdaderamente los corazones se sientan atraídos por el imán
irresistible de Cristo que resplandece en la Escritura y así encontrar la
esperanza que fundamenta la praxis del amor.
Si hemos de ser agentes de esperanza en un mundo roto y triste, no
podemos ahorrarnos el esfuerzo de afianzar nuestra fe en la Palabra que
se nos ha entregado para que tengamos vida y la proclamemos hasta el
último rincón de la tierra.
Con respeto y caridad profunda, exhortamos fraternalmente a todos para
que coadyuvemos a que este próximo Domingo de la Palabra y siempre,
hagamos de la Palabra nuestro timón, y a Cristo, su timonel.
Saludos de paz.







































































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