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2. Escuchar con compromiso
65. La capacidad de escucharnos unos a otros es fun-
damental para existir como individuos y como comunidad,
porque fuimos creados por la Palabra divina y solo alcanza-
mos nuestra plenitud cuando somos capaces de abrirnos a
esta Palabra creadora que se manifiesta en la oración, en la
Sagrada Escritura, en los acontecimientos, y sobre todo en el
prójimo. “Quien a ustedes escucha, a mí me escucha; y quien
a ustedes rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí,
rechaza al que me ha enviado” (Lc 10, 16).
66. Escuchar a Dios en el prójimo implica escuchar sin
juzgar, con atención amante y compromiso, como alguien
sin el cual no estoy completo:
Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es
más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la
capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la
cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha
nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos
desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a
partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden en-
contrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el
deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente
al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios
ha sembrado en la propia vida (Evangelii Gaudium 171).
67. Escuchar con compromiso implica una disposición
activa para comprender, empatizar y responder adecuada-
mente a lo que el otro expresa. Pide estar plenamente pre-
sente, enfocarse en lo que la otra persona comunica , apartar
las distracciones y mostrar interés genuino en sus palabras y
emociones. La apertura y receptividad crean un espacio segu-
ro donde las personas se sienten valoradas y comprendidas.
68. Esta práctica fortalece los lazos emocionales y pro-
mueve una mayor conexión interpersonal, lo que es funda-
mental al presentar el mensaje del Evangelio.