Page 32 - Impreso

30
No hay que pensar que en la catequesis el kerygma es
abandonado en pos de una formación supuestamente más
«sólida». Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más
denso y más sabio que ese anuncio. Toda formación cristiana
es, ante todo, la profundización del kerygma que se va ha-
ciendo carne cada vez más y mejor (Evangelii Gaudium 165).
78. Ante la urgencia de la formación, la Asamblea ha
pedido reforzar una formación específica para los ambientes
e interlocutores que se busca evangelizar. En efecto, la Iglesia
tiene la responsabilidad de equipar a los discípulos misioneros
con las habilidades y herramientas necesarias para comunicar
el Evangelio de manera efectiva en el mundo contemporáneo.
Esto puede incluir la capacitación para anunciar el kerigma
de manera personal (cfr. Documento de Aparecida 278a), el
uso de los medios de comunicación social “para introducir en
ellos el misterio de Cristo” (Documento de Aparecida 486e),
las funciones de los consejos pastorales decanales y la profun-
dización en los retos que la urbe presenta a la evangelización.
(cfr. Documento de Aparecida, Discurso inaugural, 5).
79. Además de la formación específica para la misión,
todo cristiano está llamado a llevar una vida personal que
le ayude a crecer en su fe. Por ello, la formación continua
exige cultivar una relación personal con Jesucristo a través
de la oración, la lectura de la Escritura y la participación en
los sacramentos (cfr. Documento de Aparecida 255). Esto no
solo fortalece la fe de los creyentes, sino que también los ca-
pacita para ser testigos efectivos del Evangelio en sus vidas
cotidianas.
5. Espiritualidad de comunión y testimonio
80. Es esencial comprender que el amor de Cristo es el
corazón del Evangelio. Jesús nos enseñó a amar a Dios sobre
todas las cosas y a amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos (cfr. Mt 22, 37-39). Para comprender este amor hay
que experimentarlo primero: “el amor consiste en que Dios