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“Escucha”. Antes de lanzar la pregunta, María dice a su interlocutor
“escucha”, es decir, invita a la persona a abrirse a un diálogo con
Dios que requiere fe, confianza, apertura y obediencia. En la
tradición bíblica “escuchar” es esencial en el proceso de la fe. De
hecho, el primer mandamiento del pueblo de Israel, el pueblo
escogido, comienza así: “escucha Israel”, el Señor es tu único
Señor (cfr. Dt 6, 4-9).
De este modo, la Virgen invita a quien se acerca a Ella a escuchar.
La disposición a la escucha es ya el inicio de una experiencia de
Dios.
¿A dónde te diriges?
Seguida de esta invitación, viene entonces la pregunta: ¿a
dónde te diriges? Esta pregunta es hecha por la Madre de Dios
que nos detiene en el camino, es una invitación a preguntarnos
hacia dónde vamos, qué buscamos, cuál es el horizonte de
nuestra vida. Es una llamada a mirar hacia adentro, al corazón,
para poder reconocer a dónde vamos, desde nuestras acciones,
sentimientos, a buscar en el fondo, ¿quiénes somos ahora? y,
¿quiénes queremos ser? Es claro que en el contexto en el que se
escribió el Nican Mopohua el pueblo vivía sin fe, sin esperanza.
Así, ¿hoy cuál es el horizonte de nuestra vida, hay un futuro
con sentido? Este primer alto en el camino es necesario ante la
pregunta de Dios que nos invita a reconocernos delante de Él.
Dios quiere intervenir en favor del pueblo
A través del camino que María de Guadalupe inicia con Juan
Diego, una vez que él responde y comienza a dialogar con ella,
María le abre su corazón y le revela el propósito de su venida.
Recordando los relatos bíblicos en donde Dios llama a los que
escoge para una misión, descubrimos que este llamado está
siempre asociado a una situación difícil en la que Dios quiere
intervenir. Ya sea para liberar al pueblo de sus enemigos, dar de
comer a una viuda, curar a un enfermo, liberar de la opresión y
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NOVENA INTERCONTINENTAL
GUADALUPANA
































































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