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Homilía Cardenal Carlos Aguiar Retes, 01 de marzo 2025. Jubileo de las Familias.

El Señor formó de la tierra a los hombres y los hace retornar a ella. Les concedió un poder semejante al suyo y los hizo conforme a su propia imagen”.

El inicio de la primera lectura del libro del Eclesiástico nos recuerda, que somos de tierra, de polvo; de ese material fuimos creados. Sin embargo, esta misma tierra nos hace retornar a ella. Por eso, nuestra vida es corta: por más larga que sea, terminamos en la tierra. Pero el texto continúa diciendo: “Les concedió un poder semejante al suyo y los hizo conforme a su propia imagen”.

¿A qué imagen se refiere? A Dios Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y ¿cómo es su existencia? ¿Tiene polvo o tierra? No, no tiene ni tierra ni polvo, porque la tierra es criatura. Pero como nos hizo a su imagen, debía darnos algo más que tierra: nos dio espíritu.

El espíritu es lo que da vida a nuestro cuerpo. Sin él, morimos. Quienes ya somos mayores y hemos visto morir a alguien sabemos que hay un último suspiro, un aliento que se arroja, y entonces el cuerpo muere, pero el espíritu sube a la casa del Padre.

Además, la primera lectura afirma: “Con la luz de su mirada iluminó sus corazones para hacerles ver la grandeza de sus obras”. ¿Se dan cuenta? Lo más importante no es la carne que nos permite caminar y reconocer a otros en este peregrinar. Lo más importante es la luz en nuestro interior, la que nos da el espíritu. Cuando el texto se refiere al corazón, no habla del órgano que mueve la sangre, sino de nuestro interior, de lo que nos permite escuchar a Dios y recibir lo que Él siembra en nosotros. Por eso dice: “Con la luz de su mirada”.

¿Qué quiere decir esto? Pensemos en un hijo cuando su madre lo mira. Si el hijo se ha portado bien, su carita es sonriente; pero si se ha portado mal, la mirada de la madre refleja enojo.

¿Con qué mirada nos creó Dios? ¿Con enojo o con amor? Sin duda, con amor. Lo sabemos porque el texto continúa diciendo: “Para hacerles ver la grandeza de sus obras”. Pero no se quedó ahí: este es el lazo entre Dios y nosotros, nuestro espíritu, que debe guiar a nuestro cuerpo para que actúe correctamente. Por eso debemos desarrollar nuestro espíritu.

El texto del Antiguo Testamento expresa: “Mayor sabiduría les concedió al darles en herencia la ley de la vida”. Estableció una alianza eterna. ¿Qué significa una alianza? Significa que estamos juntos, que somos aliados, que nos ayudamos en las buenas y en las malas. Somos aliados para caminar, como dice el texto:

Dándoles a conocer sus mandamientos”. Volviendo al inicio, nos formó de tierra. ¿Qué es esta tierra? A veces miramos el césped verde y los árboles hermosos. Cuando observamos todo lo que Dios ha creado, entendemos que esta es nuestra casa, la casa de la humanidad. Dios nos ha dado esta naturaleza para vivir, para alimentarnos y habitar en ella. Los que somos de las costas tenemos el mar; otros tienen las montañas, la lluvia que trae el agua. Esta es la casa que Dios nos dio: la creación.

Recordemos que en el Génesis, después del diluvio, Dios envió el arcoíris como señal de su alianza, diciendo: “Estoy con ustedes”. En la Palabra de Dios encontramos el primer punto fundamental: somos elegidos y llamados a corresponder a su amor, amando sus obras. Por eso, el Papa Francisco nos regaló la Encíclica “Laudato Si’”, “Alabado seas, mi Señor”, para recordarnos la importancia de la creación, de cuidarla y agradecerla.

El texto también dice: “Los hombres contemplaron con sus ojos la grandeza del Señor, y nada puede ocultarse a su mirada”. ¿Qué significa esto? Que el Señor está pendiente de nosotros. ¿Qué hace una madre cuando su bebé no puede decidir por sí mismo? Está pendiente de él. Así es Dios con nosotros: siempre nos mira con amor.

El segundo elemento que nos deja la Palabra de Dios es su misericordia. ¿Qué significa misericordia? Tener un corazón compasivo, que se conmueve al ver la necesidad del otro y actúa para ayudarlo. Así es Dios con nosotros: “La misericordia del Señor dura por siempre”. Su amor es eterno para aquellos que cumplen su alianza.

Los padres, ¿qué pueden heredar a sus hijos? Lo más precioso que pueden darles es la alianza con Dios. Enseñarles que Él está de nuestra parte y que lo invocamos no por obligación, sino porque así conservamos nuestra relación con Él y recibimos su misericordia.

Finalmente, el Evangelio de hoy es tan sencillo como profundo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos”. ¿Qué nos exige Dios con esta advertencia que hace a sus discípulos (que somos nosotros)? Transparencia. Si algo caracteriza a los niños es que dicen la verdad, hablan con el corazón, son sinceros. Necesitamos transparencia en nuestra relación con los demás. Este es el tercer elemento que nos deja la Palabra de Dios.

Conclusión

El triángulo perfecto de nuestra vida se sostiene con el amor: 1 Dios nos dio una casa: la creación. 2. Nos dio fraternidad, que debemos cultivar. 3 Nos llama a vivir en transparencia. Éste es el modelo de familia que Dios quiere.Hagamos un examen de conciencia: ¿Cumplimos con esta misión en nuestro hogar? Demos gracias a Dios. ¿Nos falta cumplirla? Pidamos perdón y su misericordia. Y si la cumplimos, sigamos caminando juntos.

Dios es Trinidad: tres personas en una comunidad perfecta.

Nosotros también somos comunidad: abuelos, padres, hijos, nietos. Debemos caminar juntos, sinodalmente, como dice el Papa Francisco. ¿Acaso no pedimos por la salud de nuestras familias? Lo hacemos constantemente, y así debe ser.

Que el Señor nos ayude a seguir cumpliendo nuestra misión, particularmente en nuestra Arquidiócesis de México. ¡Que así sea!

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