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El Cardenal Carlos Aguiar Retes En La Misa De La Cena Del Señor, En Jueves Santo 2021.

Homilía- «Tú jamás me lavarás los pies a mí» -Jueves Santo 2021

“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

Al iniciar el solemne Triduo Pascual, con el relato de la última cena según San Juan, ha quedado establecido por Jesús, en esa noche de Jueves Santo, la memoria de tres grandes Instituciones:

La Sagrada Eucaristía, actualización de la última cena de Jesús con sus discípulos,  en la que dejó, como Sacramento de comunión con Él, su presencia en el pan y el vino ofrecido y consagrado en su nombre, y al mismo tiempo dejó dicho mandato en sus discípulos, consagrándolos como los ministros autorizados para realizarla, así quedó establecida la Institución del Sacerdocio Ministerial, y finalmente con el admirable y sorprendente ejemplo de lavar los pies a sus discípulos, señalándoles que deben lavarse los pies unos a otros, indicó la tercera Institución de la Caridad.

La última cena se desarrolla ante la cercanía de la Pascua y en la intimidad de los doce Apóstoles con Jesús. Dos elementos de la introducción narrativa son fundamentales para profundizar el presente pasaje.

El primero, la conciencia de su regreso al Padre era inminente: “sabiendo Jesús que había llegado su hora”; y el segundo la fuerte experiencia de amor por sus discípulos: «los amó hasta el extremo”.

La multitud en general no había tomado una decisión ante Jesús. La gente había buscado ver milagros y sorprenderse, como si asistiera a un espectáculo, pero no se cuestionó en su propio estilo de vida, ni adquirió conciencia de una vocación y misión en el mundo; en realidad no habían escuchado a Jesús ni lo habían conocido (Jn 12,37-43).

Ante ello Jesús sabe la proximidad del término de su presencia en el mundo y desea consolidar a su comunidad, a la que ha dedicado la mayor parte de su tiempo.

“Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto y, tomando una toalla, se la ató a la cintura. 5 Luego, echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía a la cintura. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? Jesús le respondió: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo entenderás después. 8 Pedro le contestó: ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!”

Pedro, movido por los argumentos de la razón, sobre la autoridad que debía ser servida, no entiende lo que hace Jesús, y se resiste a aceptar el dinamismo del amor.

Preguntémonos si nosotros reaccionamos como Pedro ante la autoridad, o si incluso si somos autoridad, sea como padre o madre de familia, empleados de Instituciones   sean gubernamentales o privadas, sean en el campo de la educación maestros, o directores, o nosotros mismos como autoridad eclesial, debemos examinar nuestra vida y aclarar, cuál es nuestra actitud.

Es oportuno meditar la respuesta tajante de Jesús a Pedro: “Si no te lavo, no participas de lo mío”, si quieres ser mi discípulo y tener parte conmigo, es indispensable que aceptes caminar en la experiencia de amar hasta el extremo.

Después de lavarles los pies, Jesús se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: ¿Entienden lo que acabo de hacer con ustedes?

¿Nosotros lo entendemos? ¿valoro y asumo con plena conciencia la dignidad de todo ser humano, independientemente de su conducta? Y por lo tanto, ¿en lo que pueda o necesite estoy dispuesto a servirle con mi ayuda?

“Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy  el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

El Evangelista presenta el principio fundamental del estilo de vida, que Jesús pide a la comunidad de sus discípulos: el servicio a los demás sin restricción y el reconocimiento incondicional a la dignidad humana, por encima de cualquier distinción por ser maestro o autoridad superior: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su amo ni el mensajero más grande, que quien lo envió” (Jn 15,16).

¿Cómo he entendido el servicio a los demás durante mi vida? ¿Entiendo que la comunidad de discípulos es el primer círculo, donde debemos ejercitarnos en el amor  al prójimo hasta el extremo?

En medio de esta terrible contingencia mundial de la Pandemia Covid, ¿En qué experiencias descubro, que he practicado y vivido el mandato de Jesús?

Ante el gigantesco reto de remar contra corriente en el mundo de hoy para servir a los demás, recordemos que Jesús está de nuestro lado, como principal aliado en la enseñanza para aprender a amar, como ama Dios, y así, prepararnos para entrar al Reino de los Cielos, a la Casa del Padre, ¡y compartir la naturaleza divina por toda la eternidad!

Pidámosle al Padre, la gracia de la asistencia del Espíritu Santo, y obtener la fortaleza necesaria para seguir a Jesucristo, y cumplir con su mandato de amarnos los unos a los otros como Él nos amó. ¡Que así sea!

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