Homilía Cardenal Carlos Aguiar Retes, Corpus Christi 2023.
¿Cómo puede Jesús darnos a comer su carne?
El Evangelio de hoy narra que son los judíos, los que cuestionan las palabras de Jesús al afirmar que, “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre” (Jn 6,51).
Es interesante observar que en esta ocasión son los judíos en general, todo el pueblo, que no acaba de entender; porque si algo estaba restringido totalmente, eran esos sacrificios humanos que se daban en religiones anteriores, y que Israel había superado, cuando Dios le pidió al Abraham ofrecer a su hijo, y a la hora de probar su fe apareció el Cordero para ser sacrificado en lugar del primogénito, cumpliendo la costumbre de esos pueblos: ofrecerle a Dios a su primer hijo.
Es interesante como en esta ocasión son los judíos quienes cuestionan a Jesús, y no como otras veces narran los Evangelios, que eran los fariseos, los escribas, los Saduceos, grupos conscientes de las observaciones de la ley. Ésta es una pregunta que desborda a todos. En efecto, si nos quedamos con la expresión tal cual, es decir, tienen que comer mi carne, tienen que beber mi sangre, aún nosotros la cuestionaríamos.
En la fe católica hemos aprendido que es necesaria la pedagogía para entender este pan y vino, que consagramos los sacerdotes en el nombre de Jesús, ahí se hace presente, de manera misteriosa pero real, Jesús mismo y eso es lo que comemos.
La primera lectura recuerda que Dios utilizó esta pedagogía con el “maná”, que en hebreo significa: ¿qué es esto?. Cuando el pueblo iba por el desierto y no tenía que comer, de repente apareció el maná al cual no conocían, y les caía del cielo. Así es también el Hijo de Dios que ha caído del cielo, es decir, se ha encarnado, para entrar en una relación de intimidad, de amistad y conocimiento, como lo hizo Jesucristo.
Por ello es interesante entender, que tenemos necesitamos la catequesis infantil, para así, abrirnos al conocimiento del Misterio Eucarístico; de lo contrario pensaremos siempre que la Misa es un acto religioso como cualquier otro, y no; la Eucaristía es la plenitud de los Sacramentos y la plenitud de la vida cristiana, entramos en una intimidad con el Señor, única.
¿Por qué es importante la comunión e ir a Misa?
Quienes comulgamos y recibimos el Pan Consagrado entra Jesús a nuestro interior. A veces nos quedamos en la primera fase de lo que la Iglesia siempre ha explicado, la Eucaristía es la mejor manera de orar y de adorar a Dios, lo cual es verdad, pero no es solo eso, sino se escapa con frecuencia caer en la cuenta, que en la Eucaristía al recibir a Jesús, Jesús se va con nosotros, Él no se queda solamente en el Sagrario, escondido.
Cuando comulgamos, es el mismo Jesús que se queda en el Sagrario, y el que nos llevamos interiormente, nos acompaña, está con nosotros y nos transforma interiormente.
Esto a veces se nos escapa, nos quedamos con la primera fase, y la plenitud es la segunda fase, saber que es un Misterio la presencia, pero real. Así como decimos que en el pan y el vino está la carne y la sangre de Jesucristo, misterio de fe, así también debemos de descubrir a ese Cristo que se va con nosotros cuando comulgamos, por eso es tan importante la comunión y venir a Misa. De lo contrario, bastaría con las otras devociones: rezar el Rosario, hacer una meditación, que son buenas, que nos preparan el corazón, la mente y la conducta; pero la plenitud de todo eso es la Eucaristía, por eso esta fecha es una Solemnidad, es una fiesta solemne de la liturgia cristiana, “Corpus Christi”.
Pidámosle al Señor Jesús, que en la búsqueda de descubrirlo, me acompaña cuando se va conmigo en la comunión. Y así, que también acontezca lo que afirma San Pablo a la comunidad de los corintios (10:14-22): “Hermanos, ¿el cáliz de la bendición con el que damos gracias no nos une a Cristo por medio de su sangre, y el pan que partimos no nos une a Cristo cordero por medio de su cuerpo?, el pan es uno y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque todos comemos el mismo pan”.
Qué sucede con las personas que a lo largo de los años vamos confirmando que Jesús nunca nos falla, y que siempre está con nosotros, y que Él es el que nos fortalece y nos abre el corazón para reconocer que cada persona es un hermano, que entramos fácilmente con él en comunión. Esto es lo que dice san Pablo, formamos un solo cuerpo porque todos comemos del mismo pan.
La Comunión, ahora me refiero a la relación positiva entre nosotros, entre las personas, ahí es la obra, que Jesús realiza para que fraternicemos, para que seamos solidarios, para que siempre ayudemos al otro cuando lo veamos en una necesidad, y así se logra la paz social. No basta la justicia, la justicia penaliza a los que faltan a las leyes, pero no basta eso para fraternizar, se necesita a Cristo.
Los que somos mayores, tenemos la enorme responsabilidad de ayudar a los que inician, (jóvenes y adolescentes), para que descubran, qué significa participar en la Eucaristía, y hacerlo sacramentalmente, recibiendo a Jesús Eucaristía.
Sacramentum, significa que se hace sagrado, de los 7 sacramentos, este es la plenitud de ellos, es Sacramento, es el que garantiza que Él se va con nosotros, nosotros lo recibimos, le abrimos las puertas, pero luego el Sacramento, lo realiza Él, es decir, nos confirma que siempre está con nosotros.
Con esa fe, pidámosle al Señor por nuestro país, por nuestra sociedad, por todas las expresiones que no son fraternas, ni solidarias, ni fraternas; de ahí la urgencia de evangelizar a los demás católicos para que no lo sean solo por el Bautismo, sino que lo sean por la participación, al menos dominical, de la Eucaristía. Que así sea.