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Toma de posesión del M.I. Sr. Cango. Efraín Hernández Díaz como nuevo Rector de la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe y Vicario Episcopal de la Primera Zona Pastoral

“¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver? Y el rey les dirá: Yo les
aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo
hicieron”.
Claramente Jesús explica a sus discípulos, que el ejercicio de Caridad con los
necesitados de ayuda, es la manera de encontrarnos con el mismo Jesús: “Vengan,
benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la
creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me
dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron,
enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme”.
¿Cuál es la razón de esta indicación tan trascendental de la enseñanza de Jesús
a sus discípulos?
La respuesta es sencilla, la naturaleza de Dios Trinidad es el Amor, por tanto
ejercitándonos con plena libertad en la Caridad- Amor, nos preparamos para participar
de la vida eterna, que consistirá en compartir la vida de Dios Trinidad.
Ciertamente es algo que supera nuestra imaginación y nuestras posibles hipótesis, de
cómo será esa vida divina, pero sin duda dicha realidad superará todas nuestras
consideraciones.
“Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas… Yo mismo apacentaré a mis
ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré
volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y
fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia”.
El Profeta Ezequiel expresa la preocupación divina de estar pendiente de nosotros, de
cada uno y de todos, de manera siempre sorpresiva y de distintas formas, el Señor
Jesús se hará presente para que recobremos el camino, que nos conduzca a continuar
nuestra vida como miembros vivos y activos de la Comunidad de sus discípulos, que
somos la Iglesia.
Mientras recorremos esta vida terrena, conviene de manera frecuente recordar, lo que
hoy San Pablo afirma: “Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos
los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la
resurrección de los muertos”.
La muerte para los cristianos es un paso a la vida eterna, garantizado por la
resurrección de Jesucristo: “En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo
todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia;
después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo”.
En el Evangelio de San Marcos con toda claridad, Jesús en el inicio del ministerio
público proclamó que su persona es la presencia del Reino de Dios, y que
nosotros sus discípulos prolongamos esa presencia suya. Esto es lo que se llama la
“Conversión Pastoral”, creer con fe viva que el Reino de Dios está presente en el
mundo por medio de los discípulos de Cristo.
Por esta razón en este último domingo del Tiempo Ordinario, antes de iniciar el Tiempo
del Adviento y la Navidad, celebramos la Fiesta de Cristo Rey.
Las lecturas de este domingo explican que este Rey es un Buen Pastor, que esta
pendiente de nosotros para buscarnos cuando nos extraviamos, para curarnos cuando
andamos heridos, para fortalecernos y capacitarnos para ayudar a nuestros hermanos.
Así lo expresa el Salmo de este día: “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes
praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis
fuerzas. Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la
cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes”.
Estas expresiones se realizan a través de los Sacramentos, especialmente: Bautismo,
Confirmación, Eucaristía, Reconciliación, y Unción de los Enfermos. Los otros dos
sacramentos, el Orden Sacerdotal, es para realizar los anteriores, y el Matrimonio
tiene por objetivo cuidar la familia, que es la Iglesia Doméstica.
Celebremos pues con júbilo y esperanza la solemnidad de este domingo de Cristo
Rey, y con plena confianza de que vamos por el camino que proporciona la vida, y nos
conduce a la verdad plena.
Hagamos nuestra la expresión del Salmo: “Tu bondad y tu misericordia me
acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin
término”. Y así al final de nuestras vidas escuchemos a Jesús que nos diga: “Vengan,
benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la
creación del mundo”.
Para concluir, expreso mi gratitud a Monseñor Salvador Martínez Ávila, quien durante
estos 5 últimos años ha ejercido con gran eficiencia la responsabilidad como Rector
de este Santuario d

e Nuestra Señora. Los invito a unirse en oración a Nuestra Madre,
María de Guadalupe, enco

mendando tanto a Mons. Salvador como Rector Saliente,
como al M.I. Canónigo el P. Efraín Hernández Díaz, quien hoy asume dicha
responsabilidad por 5 años.
Con la confianza en Jesús, el Buen Pastor por excelencia, abramos nuestro corazón a
Nuestra querida Madre, quien se ha quedado con nosotros para mantenernos en la
ruta del amor, y por manifestarnos su amor y su ternura, una y otra vez, cuando aquí
venimos.Tú, Madre querida, bien conoces que Dios es amor, y que nos ha creado a su imagen
para hacernos custodios de toda la creación. Abre nuestras mentes y toca nuestros
corazones para que respondamos favorablemente, cuidando la Creación, y heredemos
en buenas condiciones nuestra Casa Común a todas las criaturas, especialmente a las
generaciones futuras.Invocamos tu auxilio por todas las familias en nuestra Patria querida, para que
encontremos los caminos de reconciliación, y logremos la paz al interior de cada
familia, y en la relación de unas con otras, en las vecindades, cotos y departamentos, y
en nuestra manera de comportarnos al transitar por las calles y comercios.
Siendo capaces de cuidar la Casa Común, y de convivir pacíficamente en nuestra
sociedad, sabemos Madre, que estarás muy satisfecha y feliz del comportamiento de
tus hijos.Con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y
acompáñalo en su ministerio pontificio. Ayúdanos a responder a su llamada para que
renovemos nuestra aspiración de ser una Iglesia Sinodal, donde todos seamos
capaces de escucharnos, de discernir la voluntad de Dios Padre, de ponerla en
práctica, y transmitirla a nuestro prójimos.
Particularmente pedimos tu intercesión por Monseñor Salvador Martínez Ávila para
que lo acompañes en su nueva responsabilidad, y por el P. Efraín Hernández Díaz
quien a partir de hoy te servirá como Rector de esta tu casa, y atenderá a tus fieles
que acudan durante estos 5 años venideros.
Todos los fieles presentes este Domingo nos encomendamos a Ti, que brillas en
nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

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