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Homilía Cena del Señor 2024 Cardenal Carlos Aguiar Retes – 28 de marzo 2023

Cena del Señor 2024 Cardenal Carlos Aguiar Retes

“De generación en generación celebrarán esta festividad como institución perpetua”.

 

Así culminaba la lectura del libro del Éxodo, donde Moisés transmitía de parte de Dios, la necesaria transmisión intergeneracional. Les pregunto, cada familia aquí presente, cada padre, madre de familia, abuelos, abuelas, ¿Es fácil hoy transmitir la fe a los niños, adolescentes y jóvenes? ¿Es tan fácil como lo hicieron nuestros padres a nosotros, o hay más dificultad? Los contextos socioculturales no dependen sólo de una familia, sino del conjunto de la sociedad, a mi parecer, hoy es más difícil la transmisión de la fe a las nuevas generaciones.

La presencia de un Dios que camina, que es experimentado por quienes creemos en Él y sentimos su favorable intervención, su gracia para cumplir con nuestra responsabilidades, lo pide Jesús en el Evangelio, lavándonos los pies, es decir sirviéndonos unos a los otros para estar limpios, no tanto en lo externo de nuestro cuerpo, sino en el interior, en nuestro corazón.

Esta situación que vivimos hoy, hace más necesaria la conciencia de que Dios no nos abandona, el testimonio de la vida misma se hace fundamental. Si nosotros decimos a las nuevas generaciones, crean en Dios, ellos tienen que ver si nosotros actuamos conforme a las enseñanzas del Maestro Jesús.

Cuáles son las instituciones que Jesús previó, desde aquel tiempo para que pudiéramos cumplir esta responsabilidad, de que así como recibimos la fe de nuestros antepasados la sigamos cultivando y transmitiendo a las nuevas generaciones.
En los textos, particularmente del apóstol San Pablo en la segunda lectura que escribió a la comunidad de Corinto, nos habla de la institución de la Eucaristía, pero para que esta institución de la Eucaristía pueda realizarse cabal y fielmente, también entonces Jesús instituyó el Ministerio sacerdotal, y finalmente Jesús expresó que no debe de quedarse todo ahí, sino que la vida de fe, la participación activa en la liturgia particularmente en la Eucaristía, en la mesa del Señor, debe llevarnos a la Caridad, es decir, a velar por el otro.

Yo no puedo resolver los problemas de toda una comunidad, pero cada uno de nosotros sí puede resolver los problemas de sus prójimos cercanos, que perciben están pasando un momento difícil.

Eso es lo que Jesús les dijo a sus discípulos: “Les lavo los pies a ustedes para que a su vez se los laven a los demás, hagan ustedes lo mismo que yo”. Un testimonio muy fuerte, que el apóstol Pedro a la primera reaccionó negativamente: “Señor tú no me vas a lavar los pies”, es decir, a veces nos cuesta mucho trabajo entender a la autoridad que sirve, y estamos mal acostumbrados a reverenciar a la autoridad que debe servir, Jesús da testimonio de que toda autoridad es servicio, no es un mandar porque me tienen que obedecer los demás, sino es un tomar las decisiones para bien
de los que nos rodean, en eso se ejercita una buena autoridad, aquellos que velan por los otros.

Padres de familia que velan por sus hijos, sin duda ellos se lo agradecerán eternamente, particularmente cuando ya no están con nosotros, agradecemos a Dios por los padres que nos dió, esa es la recompensa del amor que transmitimos a los demás, la herencia eterna.

Estas tres instituciones: la Eucaristía, el Ministerio sacerdotal y el testimonio de que debemos servir a los demás en la Caridad, se expresan en esta liturgia de hoy. Véanos aquí a los sacerdotes que me acompañan y un servidor, realizamos esa institución del servicio ministerial porque si no estuviéramos, no habría quien celebrara la misa.

Necesitamos sacerdotes, esa es la institución del ministerio sacerdotal que dejó Jesús. Así los jóvenes que se sienten atraídos por este servicio es porque Dios siembra en ellos la inquietud. Van al seminario, se forman durante varios años, y luego ejercitan el resto de su vida dejando de lado la vida matrimonial mediante el celibato sacerdotal, para orientar todo su esfuerzo, toda su vida al servicio de la Iglesia, de la comunidad de los discípulos de Jesús.

Por eso estamos aquí con ustedes para celebrar la Eucaristía, en donde escuchamos la Palabra de Dios, para conocer lo que Dios quiere de nosotros, y para alimentarnos de esa hostia consagrada que adoramos, porque es la presencia de Jesucristo.

San Pablo expresó a la comunidad de Corinto, ya hace 21 siglos: “Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido, que el Señor Jesús la noche en que iba a ser entregado tomó pan en sus manos y pronunciando la Acción de Gracias dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes, hagan esto en memoria mía”, es decir, en este pan consagrado Cristo se va con nosotros, no se queda aquí en el templo, nos lo llevamos porque Él es espíritu, entonces puede estar a la par con todos los que le servimos y amamos.

Estas son las dos instituciones que con facilidad distinguimos, y hay una más que a veces no se capta fácilmente, la de la Caridad, ven ustedes que siempre en todas las misas pasan para recoger limosna, les pedimos limosna, les pedimos que aporten para que la Iglesia como institución pueda practicar la Caridad con ese dinero.

 

Por ejemplo, mañana Viernes Santo, desde hace cuatro siglos, que en Tierra Santa los Franciscanos, gracias a San Francisco de Asís, que pactó con el mundo árabe que dominaban esa Tierra Santa, le concedieron cuidar los lugares sagrados y desde entonces, ellos custodian los lugares Santos, el Calvario, el lugar de la Resurrección, y distintos puntos como Belén donde nació Jesús para servicio de todos los fieles cristianos. Mañana la colecta tiene esa finalidad, para enviarla a Tierra Santa, y que puedan no solamente custodiar los lugares, sino también mantener las escuelas para
que los niños católicos o no católicos, puedan realizar sus estudios de primaria, secundaria y preparatoria.

Todas esas obras son testimonio de Caridad, esta es la tercera institución, que Jesús establece con el ejemplo de lavar los pies a sus discípulos.

Ahora veamos nuestro interior, nuestro corazón, si yo he aprovechado lo que Jesús ha dejado para mí, pregúntense ¿He asistido a Misa? ¿Qué significa para mí venir a Misa?, ¿Qué significa para mí, que tengamos sacerdotes al servicio de  la Iglesia?, ¿Significa para mí la Caridad la expresión máxima del amor? En un breve momento de silencio, cada uno en su interior responda a estas preguntas.

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