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HOMILÍA ORDENACIONES SACERDOTALES 2024

“Elías subió a la cumbre del monte Carmelo, se arrodilló y con su cabeza tocó latierra. Entonces le dijo a su criado: Ve a divisar el mar. El criado fue a ver y le dijo:
No se ve nada. Elías insistió: Ve otra vez. El criado volvió siete veces, y a la
séptima le dijo: Una nubecilla, como la palma de la mano, sube del mar”.
Esta escena de la vida del Profeta Elías, de advertir al Rey Ajab para que regresara, es una muestra de lo que ustedes, los 5 nuevos presbíteros, deben hacer siempre, es decir, vigilar los procesos. Estamos precisamente en una etapa de la Iglesia, donde buscamos la unidad de los procesos pastorales. La nubecilla
es ver cuando ya están dispuestos nuestros agentes de pastoral y para colaborar,
formados para ello y entusiasmados en él.
¿Qué es lo que hace Elías inmediatamente que se acerca el momento propicio, le indica Ajab, que ya puede y debe retirarse. Ahí se manifiesta la importancia de vigilar los procesos, y descubrir el momento propicio, porque a veces nos queremos precipitar, queremos que la respuesta de los demás sea en el momento
en que yo estoy ya preparado y bien dispuesto; pero quizá sin haber preparado a
los agentes. Se necesita echar a andar los procesos, vigilarlos y en el momento
propicio intervenir para que procurar el momento propicio y el rumbo correcto.
Esto es lo que expresa la primera lectura del libro de los Reyes, del Profeta Elías.
Cantábamos, “Señor, danos siempre de esa agua”. Siempre nos cansamos y necesitamos agua para este cuerpo, cuanto más para el Espíritu. El espíritu también está necesitado del agua, el espíritu de nuestro pueblo está sediento, también nosotros. ¿Qué se necesita para tener satisfecha la sed espiritual?
Señor, tú cuidas, tú preparas, tú coronas. Necesitamos la oración al Señor, porque
él es el que cuida de la Tierra. Él es el que cuida y prepara las tierras, Él es el que corona el año con sus bienes. Por eso, jamás se adjudiquen Ustedes los éxitos pastorales, que les corresponda conducir. Ha sido el Señor, ha sido el Espíritu de Dios, el que ha movido los corazones de los demás. Nosotros simplemente
hemos hecho lo que debíamos hacer. El señor seguro interviene, actúa y nos da
sorpresas para admirar, de lo que él es capaz de realizar. San Pablo también nos advierte, hay que tener fundamental actitud de orar, pero
oramos siempre pidiendo. Hay que pedir y adquirir ciertas actitudes que expresa
San Pablo en la segunda lectura de hoy: Predicar la verdad, quién es la Verdad,
Jesucristo lo dijo: Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Por eso, hoy el Papa Francisco advierte de no caer en las ideas, en las ideologías,
producto del cerebro humano de algunos por ahí, muy inteligentes que piensan
que con esos pasos se resuelven los problemas. No ha habido en esta Tierra
todavía, una ideología, que logre para todos libertad, solidaridad y subsidiariedad,
las características de quien vive a la luz del Espíritu Santo.
Debemos pues predicar, ¿pero con qué? San Pablo afirma: “renunciando a actuar
de forma vergonzosa”. Nuestro caminar tiene que ser transparente. Porque creen
que en una ocasión puso a los niños como referencia, y por eso los recibía; por su
transparencia y por decir los que sienten. Tenemos que aprender a compartir lo
que sentimos, lo que deseamos, y también aprender a llorar cuando nos
equivocamos, no actuar de forma oculta y vergonzosa. Y dice también otra
actitud, a proceder con astucia, a no falsear el mensaje de Dios, que todavía es
más grave, acomodarlo a mi ideología.
Mi inteligencia sí me sirve para conocer la realidad, pero tenemos que estar
abiertos siempre a las necesidades o situaciones que vive nuestra comunidad y
responder a ellas y no a lo que simplemente a la primera me puede venir a la
mente, y decir qué astuto soy: Yo sé cómo capotear las adversidades. Hay que
ser humilde, pedirle al señor esa capacidad, y luego cuando la ejerzamos
conocerla.
San Pablo afirma que llevamos este tesoro en vasijas de barro. Si llevamos un
tesoro, cuál es el tesoro cristiano, precisamente la Eucaristía, mediante la que el
presbítero hace presente a Cristo. Pero lo llevamos en vasijas de barro, que
somos nosotros. Hay que ser conscientes para pedir, como dice el mismo Pablo,
que brille la luz en medio de las tinieblas.
El Evangelio ofrece algunas indicaciones muy importantes sobre cómo tener
nuestras relaciones con las demás personas. Dice: “no te enojes con tu hermano”.
Debemos controlar el enojo, que muchas veces inadvertidamente nos contraría.
“No hay que insultar a nadie”. No tenemos el derecho de insultar a nadie, hay que
respetar la dignidad de toda persona, independientemente de su situación, de su
edad, de su condición social. Finalmente “no hay que insultar y mucho menos
despreciar”. Porque quien desprecie será llevado al fuego del lugar de castigo. No
podría haber dicho algo peor. A veces acontece que no hay una natural
inclinación para relacionarme bien con esta persona, pero es tu hermano, y hay
que abrir el corazón, sí. Y si acaso caemos Jesús, indica que debemos primero
buscar la reconciliación.
Por eso en la misa siempre inicia reconociendo nuestra fragilidad. Somos vasijas
de barro, entonces hay que reconocer lo que ha sido mi vida. Estos son los
consejos de Jesús, que hay que vivir.
Pero no solamente ustedes cinco, esto es para toda los fieles. Para ustedes como
Presbíteros es indispensable transmitir esto, no solo con el testimonio de su
persona, sino explicarlo a su comunidad respectiva. Porque considero que los
años de formación, les han dado a Ustedes esta capacidad de ser idóneos para
recibir el orden del Presbiterado. Procedamos pues, con mucha alegría, queridos
hermanos a transmitirles el Orden del Ministerio Presbiteral.

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