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Vigilia Pascual 2025

«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” Vigilia Pascual 2025 Cardenal Carlos Aguiar Retes

«Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”.

Así profetizó Ezequiel, como lo escuchamos en la tercera lectura del Antiguo Testamento. La Iglesia hoy es el pueblo de Dios y se ingresa por medio del bautismo. Es hermoso que en esta Vigilia Pascual tengamos dos catecúmenos, que van a recibir el bautismo, y por el bautismo se convierten en hijos de Dios, en miembros y discípulos de Cristo, que forman parte de este pueblo de Dios.

El mismo profeta, poco antes, explica el proceso que necesita desarrollar el miembro que se une, que forma parte del mundo, con la promesa de Dios que dice:
«Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo. Arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.”

¿No se han encontrado nunca en su vida personas con el corazón de piedra? Que, por más que se les insista, se les hable, se les indique, una y otra vez cometen los mismos errores.

Dios puede cambiar esos corazones. El corazón de piedra lo convierte en lo que debe ser: corazón de carne. Para eso anuncia el profeta, que Dios les infundirá su espíritu: «Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos, y guardar y cumplir mis mandamientos.»

Esta transformación necesita un proceso quizá lento pero constante, para ir transformando, y estar siempre atentos a que nuestro corazón sea de carne, que sea sensible, que le dé a la persona la capacidad de oír, de compadecerse del otro, de sentir con el otro. En ese proceso nos integramos más como miembros que podrán dar testimonio en el mundo en todas sus épocas. Hoy lo necesitamos más que nunca: un corazón de carne, sensible, que transforma con su testimonio de vida.

Finalmente, en el Evangelio hemos escuchado, que el evangelista Lucas describe, a unos varones que les dicen a las mujeres que fueron al Sepulcro de Jesús: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?Jesús no es un recuerdo, no es una memoria: está vivo, no está aquí en el sepulcro, ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea, les dijo: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite.”

La Resurrección de Jesús es la roca sobre la cual se ha cimentado la Iglesia; en este acontecimiento, inédito y único en el mundo, único en la historia de la humanidad, por eso fue tan convincente.

Todas las autoridades políticas no creyeron en la Resurrección de Jesús: Herodes, Pilato, todas las autoridades religiosas del Sanedrín, Hubo algunos que sí creyeron: Nicodemo, entre otros. Pero en general, las autoridades y el mismo pueblo, cuando lo ven en la cruz, crucificado y antes flagelado, cargando su cruz, que daba las caídas se preguntaban: ¿Cómo va a ser este nuestro Mesías? ¿Cómo es posible lo que anunció, y ahora le esté pasando esto? Pensaban: ¡Eso es un castigo de Dios!

Jesús había dicho: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores.¿Por qué? Porque esto acontece en el mundo, en todas partes: los pleitos, los conflictos, las injusticias…sea porque somos testigos de eso, o sea porque lo vivimos en carne propia, siempre genera un gran desánimo.

Hoy día, ¿cuántas veces hemos tenido información de gente que se suicida en una depresión o por una adicción —particularmente entre los jóvenes— o por un trato violento, que no sienten que pueden ya seguir viviendo? Necesitan el testimonio nuestro, de que Cristo atravesó la muerte, y de que esas situaciones son superables.

Renovemos entonces nuestra fe. Pensemos cada uno: ¿Cómo vivo yo mi seguimiento de Cristo? Porque la resurrección no va a ser solo aquel momento en que morimos y nos encontremos en la casa del Padre. La resurrección también llega muchas veces por nuestras caídas, entonces surgen pequeñas resurrecciones: salir adelante ante problemas, conflictos, dramas familiares, sociales, como los que estamos viviendo. La fe nos ilumina para generar en nosotros la esperanza. Renovemos esta fe que tenemos, que es la luz para caminar, para tener esta conciencia.

En esta Vigilia Pascual realizamos —gracias a Dios— hoy, dos que quieren ser seguidores de Cristo, discípulos de Cristo, y a la par, renovamos todos nuestras promesas bautismales. Que no sea simplemente repetir la frase, sino en el corazón: «Yo necesito ese corazón nuevo, que me da el Espíritu Santo.” Lo necesita mi familia, lo necesitan mis vecinos, lo necesitan quienes me encuentro en la calle, en la sociedad, nuestras autoridades políticas, nuestras autoridades empresariales, los jefes de los comercios… Todos necesitamos renovar conscientemente para recibir el auxilio divino.

Con ese pensamiento, con esta advertencia de que no sean solo palabras, renovémos nuestras promesas bautismales esta noche, para que vivamos esa pequeña resurrección y nos fortalezcamos espiritualmente, y poder afrontar las situaciones que nos van tocando vivir.

!Que así sea!

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