Hermanamiento México y España. Homilía Cardenal Carlos Aguiar Retes, 3 de septiembre 2023
“Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste”.
El profeta Jeremías tuvo una misión muy importante, pero muy difícil, como suele pasar cuando debemos advertir a los demás de los riesgos que corremos, si no asumimos la Voluntad de Dios Padre en nuestras vidas.
“Desde que comencé a hablar, he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción. Por anunciar la palabra del Señor, me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el día… Pero había en mí un fuego ardiente, encerrado en mis huesos: yo me esforzaba por contenerlo y no podía”.
Así sucede cuando en nombre del Señor, orientamos o corregimos la conducta extraviada de nuestro prójimo, ordinariamente no es bien aceptada la corrección fraterna, pero debemos realizarla, porque no podemos ni debemos quedarnos callados.
A la luz de este texto es oportuno interrogarnos si hemos sido seducidos por el Señor Jesús, si he experimentado en mi interior el fuego ardiente como Jeremías, la pasión por transmitir las maravillas y las convicciones, que haya vivido como discípulo de Jesús: Camino,Verdad y Vida.
Desde hace más de un año, hemos escuchado la palabra fuerte y emotiva del Papa Francisco, quien con valentía señala el grave error de propiciar la guerra, como recurso para solucionar problemas, ya que genera múltiples desgracias y causa inmenso daño a personas inocentes. La violencia siempre conduce a la destrucción y a la muerte.
Por eso, San Pablo invita a recordar la misericordia de Dios y a manifestarla a través de nosotros, como hostias vivas, como el verdadero culto; y para ello señala la importancia de no dejarnos llevar por los criterios de este mundo, y más bien discernir la voluntad de Dios y actuar en consecuencia.
“Los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios … No se dejen transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto”.
Preguntémonos: ¿Cuál ha sido mi camino, me he guiado por criterios humanos, o me he esforzado por discernir la Voluntad de Dios para mí, y he actuado de acuerdo a lo que voy descubriendo me pide el Señor Jesús?
En la misma línea hemos escuchado la reprensión que Pedro recibe de Jesús cuando les anuncia, “que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí, mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas: que tenía que ser condenado a
muerte y resucitar al tercer día… Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo: No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a tí.”
Pero Jesús respondió de manera tajante y con gran seguridad y firmeza: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”.
¿Te has preguntado con frecuencia si asumes con valor y confianza las adversidades, has descubierto que nuestro espíritu crece y se fortalece, haciéndonos más capaces de asumir nuestra propia cruz, o eres de los que se la pasan lamentándose y esperando que sea otro quien las solucione?
¡Ir contra la voluntad de Dios es dejarse llevar por Satanás! Las adversidades hay que afrontarlas con la certeza, que Dios estará de nuestro lado.
Presenten sus cuerpos como hostias vivas, esa es la ofrenda existencial que le agrada a Dios, como lo hizo Jesús, por eso les dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”.
Así lo hizo la Virgen María, se dejó conducir por el Espíritu Santo, y fue enviada a nuestras tierras de México, como María de Guadalupe, para mostrar “al verdadero Dios, por quien se vive”, para manifestar el amor de Madre, que nos acompaña ante las adversidades: “no estoy yo aquí que soy tu madre”; efectivamente como Madre tierna y cariñosa nos alienta y motiva a seguir a Jesús, y nos consuela ante el dolor, el sufrimiento, la enfermedad o ante cualquier adversidad.
Hoy recibimos con gran alegría al Arzobispo Primado de España, a SER Francisco Cerro, Arzobispo de Toledo, quien nos ha dirigido una reflexión al inicio de esta Eucaristía, y nos ha entregado una hermosa imagen, tal como se venera en España para corresponder a nuestra visita al Santuario de Guadalupe en España, cuando en febrero pasado, concelebramos la Eucaristía y firmamos una declaración conjunta como hermanamiento de los dos Santuarios, bajo la advocación de María de Guadalupe.
De esta manera, deseamos que las diversas advocaciones, a lo largo de la historia, que ha recibido “la Madre del verdadero Dios por quien se vive” sean reconocidas y veneradas, sabiendo que es la misma Virgen María, que concibió en su seno a Jesús, pero que cumple en diferentes países y lugares una misión específica para orientar y auxiliar a los discípulos de su Hijo Jesús.
Los invito ahora a mirar a Nuestra Madre, y expresarle nuestras situaciones y necesidades para que ella nos auxilie, y siempre que nos encontremos afrontando alguna adversidad o tragedia, no dejemos de acudir a Ella, así fortaleceremos nuestro espíritu y podremos salir adelante, como buenos discípulos de su Hijo Jesús.
Acudimos a tí Madre Nuestra, y a Nuestro Padre Dios para que nos ayuden a ser conscientes, que es nuestra responsabilidad heredar en buenas condiciones nuestra Casa Común a todas las criaturas y especialmente a las generaciones futuras.
Tú, Madre querida, bien conoces que Dios es amor, y que nos ha creado a su imagen para hacernos custodios de toda la creación. Abre nuestras mentes y toca nuestros corazones para que respondamos favorablemente, cuidando la creación.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Hoy nos visita el Arzobispo de Toledo, te pedimos por él, que lo acompañes y fortalezcas en su misión, y por todo el pueblo español, de donde vino la fe a nuestras tierras, la fe que tú, hace ya 492 años, te mostraste de forma admirable en el ayate de San Juan Diego Cuautlatoatzin, facilitando que nuestros pueblos originarios fueran capaces de descubrir “al verdadero Dios por quien se vive”, Jesucristo, Nuestro Señor.
Hoy también pedimos por los maestros y estudiantes del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos; que cumple 20 años, ejerciendo el servicio, de manera Institucional y con alto nivel académico, todo lo referente al Evento Guadalupano.
Todos los fieles presentes este Domingo nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.