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El Arzobispo Carlos Aguiar Preside La Misa Dominical. Foto: INBG/Cortesía

«Y según ustedes, ¿quién soy yo?»- Homilía- 19/06/22

Jesús pregunta a sus discípulos: según ustedes, ¿quién soy yo? Si le preguntamos a las nuevas generaciones, ¿quién es Jesús y qué significa para ellos en su vida? Me atrevo a afirmar que serían muy pocos los que responderían como el apóstol Pedro: el Mesías de Dios; y menos aún encontraríamos quienes afirmaran, que son sus fieles discípulos, que practican cabalmente sus enseñanzas.

¿A qué se debe, que en nuestro país se conozca tan poco a Jesús, no obstante que los mexicanos en el pasado Censo del 2020 cerca del 80%, hemos declarado que somos católicos? ¿Por qué se alejan los jóvenes de la participación litúrgica de los sacramentos y de la práctica devocional de las tradiciones religiosas, si precisamente esa práctica proporciona la fortaleza y la sabiduría para recorrer el camino que conduce ya desde esta vida a la felicidad y la paz?

Los factores de esta situación son varios, sin embargo hay dos muy importantes: primero la transmisión de la fe y de los valores humano-espirituales se ha fracturado aceleradamente en los últimos 30 años.

La familia había sido por siglos, la principal transmisora, pero dada la creciente inconsistencia de los matrimonios y la consecuente debilidad de la vida familiar, van generando una ausencia de diálogo entre padres e hijos, que debilita su autoridad moral, y que va siendo sustituida por las nuevas tecnologías de la comunicación, cuya intensa presencia y facilidad de consulta, asumen, en la práctica, el tradicional papel educador, que tenía el núcleo familiar, especialmente de los Padres y los Abuelos con los hijos.

Además lamentablemente hay que añadir la escasa presencia evangelizadora en las redes sociales. La poca que hay es frecuentemente devocional y cultual, lo cual ciertamente tiene influencia positiva en el ámbito de quienes ya están evangelizados y formados en la fe, que son al máximo un 20% de los católicos; pero el resto de creyentes necesita más bien una presencia digital, que transmita la espiritualidad cristiana de forma clara y pedagógica para auxiliar a las nuevas generaciones, facilitándoles las respuestas a sus angustias existenciales, que viven muchas veces en la soledad.

El segundo factor es la consecuencia del Cambio de Época, éste ha provocado la fractura de la cultura, entendida como el estilo de la vida social. Es decir, la conducta social está fragmentada, ya no hay una referencia establecida en el proceder de las relaciones interpersonales y sociales; los comportamientos públicos han quedado al arbitrio de cada persona, propiciando con frecuencia enfrentamientos y conflictos, que violentan el respeto mutuo y la dignidad de las personas.

¿Y qué nos ofrece Jesús? Un testimonio contundente de dar la vida hasta el extremo de ser crucificado, en vista de mostrar el camino que lleva a la verdad y a la vida. Mirar al otro como hermano, a quien se ama, se respeta y auxilia como explica san Pablo en la segunda lectura: “Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues, cuantos han sido incorporados a Cristo por medio del bautismo, se han revestido de Cristo. Ya no existe diferencia entre judíos y no judíos, entre esclavos y libres, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, son también descendientes de Abraham y la herencia que Dios le prometió les corresponde a ustedes”.

Ante la sed de Dios, hay que ofrecer los manantiales de agua viva. La satisfacción espiritual solamente la llena y alimenta el encuentro con Dios Vivo. ¿Qué nos hace falta promover en nuestro tiempo y en nuestra sociedad? Sin duda dar a conocer el proyecto de Dios, para el que fuimos creados. ¿Y cómo podemos ofrecerlo?

Por ello es necesario responder, desde lo profundo del corazón a la pregunta planteada por Jesús a sus discípulos, y no simplemente como quien ha escuchado algo de la vida de Jesús, quien ha visto una película, una serie sobre acontecimientos de la vida de Jesús, eso sería conocer a Jesús de oídas, pero la pregunta para nosotros que somos sus discípulos, como lo recuerda San Pablo, que hemos sido bautizados en nombre de Jesús, es fundamental que respondamos, ¿quién es Jesús para mí?

La vida no es sólo éxito material y bienestar, no consiste en que todas las cosas salgan bien. La libertad con quienes nos toca coexistir, y las decisiones de los demás, sea en la familia, en el barrio, en la ciudad, en un país, en el mundo, nos afectan para bien o para mal. Por ello hay que aprender a perdonar y a propiciar la reconciliación, como lo hizo Jesús.

La falta de respeto a la dignidad humana de cualquier manera que se haya ejercido es precisamente una situación trágica, dramática y esas situaciones, que nos corresponde abordar, las tenemos que asumir, siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Por eso advierte a sus discípulos: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”.

Si los discípulos de Jesucristo damos testimonio fidedigno, siguiendo su advertencia, será un camino, que ofrecerá vida y vida en abundancia, según la profecía del profeta Zacarías: «Derramaré sobre la descendencia de David y sobre los habitantes de Jerusalén, un espíritu de piedad y de compasión y ellos volverán sus ojos hacia mí, a quien traspasaron con la lanza”.

Confiemos en Nuestra Madre, María de Guadalupe, ustedes vienen con inmensa alegría a su casa, porque la reconocen como madre, tierna, compasiva, llena de piedad, que nos acompaña sea cuál sea la cruz que estemos viviendo, llorando si es necesario llorar, o cargándonos en sus brazos, como lo hizo al descendimiento de Jesús de la cruz, así estará siempre María a nuestro lado.

Oración

Señora y Madre nuestra, María de Guadalupe, en la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, con plena confianza, mueve nuestro corazón para promover que cada persona cuente con la alimentación y los demás recursos que necesita.

Que podamos sentir ahora más que nunca que todos estamos interconectados y que somos interdependientes, permítenos escuchar y responder al clamor de la tierra y al clamor de los pobres. Que todos estos sufrimientos sean los dolores del nacimiento de un mundo más fraterno y sostenible.

Madre de Dios y Madre nuestra, buscamos refugio bajo tu protección. Trasforma nuestro miedo y sentimientos de soledad en esperanza y fraternidad para que podamos experimentar una verdadera conversión del corazón.

Nos encomendamos a Ti, que siempre has acompañado nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

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