Homilía Vigilia Pascual 2023: A imagen y semejanza de Dios
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza: que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra.» Y creó Dios a imagen a imagen suya: a imagen suya los creó: hombre y mujer los creó.
Este es el diseño de Dios Creador, la creación es precisamente una presencia que el ser humano encuentra con facilidad si analiza que hay un Dios Creador, es un elemento que nos puede conducir a descubrir el amor de Dios que nos ha creado esta casa espléndida, hoy mal administrada por nosotros, porque somos los únicos que estamos creados a imagen y semejanza de Él.
Los demás: vegetales, animales, minerales, realizan su función, no tienen la capacidad que nosotros, los seres humanos tenemos, de ahí la insistencia del Papa Francisco, con su encíclica «Laudato Si», en el sentido de que debemos cuidar nuestra casa común, para bien y para vida digna de todos. Hoy vamos a renovar nuestras promesas del Bautismo, hoy vamos a renovar nuestra condición de hijos de Dios, creados a su imagen. Los invito a considerar nuestra responsabilidad de ser buenos administradores de la espléndida obra del Señor.
En la segunda lectura que hemos escuchado del libro del Éxodo, recojo también este segundo elemento que es importante para descubrir cómo Dios camina con nosotros:
“Los hijos de Israel caminaban por lo seco en el medio del mar, las aguas les hacían murallas a derecha e izquierda, Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. El paso del Mar Rojo es un signo de que Dios Interviene para llevarnos de la esclavitud a la libertad.
Porque la libertad es la característica número uno para llevarnos a la número dos: el amor: la imagen y semejanza hemos sido creados.
Las intervenciones de Dios en la historia prodigiosa, lo que llamamos habitualmente milagros, que se dan, a veces sin que nos demos cuenta, y a veces por testimonio de otros que han sido testigos de un milagro, son intervenciones extraordinarias de Dios, pero además de esas tenemos la posibilidad en la vida misma, cuando somo dóciles a la Palabra de Dios y conducimos nuestra responsabilidad, Dios nos sorprende con frutos que jamás imaginábamos, o que se nos hacía muy difícil alcanzar. Son otras maneras en que Dios se hace presente entre nosotros.
De la tercera lectura del profeta Isaías, nos recuerda el inmenso amor por el cual siempre está pendiente Dios de nosotros. “Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar; en un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti”, dice el Señor, tu Redentor.
Esto fue dicho en el Antiguo Testamento por el profeta Isaías, cuando consideraban a un Dios a la manera nuestra: un Dios que se enojaba, de que se irritaba. Pero sigue siendo el mismo ser humanos que a veces está en tinieblas de esa presencia misericordiosa de Dios en nuestra propia historia.
Recordemos siempre el inmenso amor con que Dios nos ama, al renovar nuestras promesas del Bautismo. Por eso es tan importante recordar nuestra filiación de hijos adoptivos, queridos por Dios nuestro Padre.
En la lectura que fue proclamada del apóstol san Pablo, en la Carta a los Romanos: hermanos, no saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del Bautismo, hemos sido incorporados a Él en su muerte.
Lo sabemos, tenemos que atravesar la muerte, pero siempre con la esperanza de que lo haremos a la manera de Jesús, y eso es lo que a María Magdalena y a la otra María -dice aquí el texto del Evangelio-, se dirigió el ángel y les dijo: “No teman, ya sé que buscan a Jesús crucificado, el muerto. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado como lo había dicho! ¡Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto!”.
Y al despedirse del ángel, de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y le adoraron. Entonces, Jesús les dijo: “No tengan miedo, vayan a decirle a mis hermanos que se dirijan a Galilea, allá me verán”.
¿Qué significa ‘Galilea’? El lugar donde vivimos, el lugar donde ejercemos nuestros oficios, como lo hizo Jesús. En Galilea predicó, en Jerusalén lo juzgaron, lo crucificaron y murió.
Hoy, renovemos nuestra conciencia de haber sido aceptados por Dios como sus hijos, con la confianza en el amor infinito, misericordiosos de Dios nuestro Padre. Veremos cómo una criatura, una bebé, hoy será aceptada por Dios en el Bautismo, como hija de Dios, de nuestra familia.
Que el Señor nos ayude siempre a descubrir que Cristo vive en medio de nosotros.
Así sea.