Homilía- En Viernes Santo renovar la gratitud a Dios- 02/04/21
“Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y allí entró con ellos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía el lugar porque Jesús se había reunido ahí muchas veces con sus discípulos”
Les propongo en este Viernes Santo concentrar nuestra reflexión sobre el inicio del Relato de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, según el Evangelio de San Juan, que hemos escuchado.
Comienza la parte culminante del Evangelio, Jesús ha advertido a sus discípulos que: ¡Ha llegado la Hora! Como escuchamos ayer Jesús ha preparado a su comunidad, y ahora un miembro de ella, Judas que no ha entendido a su maestro, porque éste ha rechazado ser el Mesías triunfador y poderoso, que debía imponerse por la fuerza, lo entrega a las autoridades, facilitando su captura.
Judas, es quién lo entrega, conocía el lugar. Era un discípulo y Jesús le había abierto los espacios de intimidad y de encuentro para desarrollar la amistad. Judas no valoró a Jesús como persona que lo amaba, y que lo había elegido para estar en su círculo de discípulos; prefirió mantener sus ideas sobre el Mesianismo revolucionario por las armas y la violencia.
Contemplemos a Jesús cómo afronta con aplomo y serenidad la traición de Judas: “¿A quién buscan?. Le contestaron: A Jesús de Nazaret. Jesús les respondió: Ya les dije que yo soy. Y en la adversidad no se olvida de sus discípulos: Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan.
En cambio, Simón Pedro se deja llevar por la pasión y reacciona violentamente, sin pensar en las enseñanzas del Maestro: “Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó y de un golpe le cortó la oreja derecha a un sirviente del Sumo Sacerdote de nombre Malco. Pedro trata de defenderlo, pero es reprendido porque ése no es el camino para salir en su defensa, por eso lo corrige. “Jesús dijo a Pedro: ¡Envaina tu espada! ¿Es que no voy a beber la copa que el Padre me ha dado?”. Jesús de momento deja desconcertado a Pedro, pero aprenderá la lección más adelante.
Anás y Caifás, quienes por su autoridad y competencia en la interpretación de la Sagrada Escritura, deberían haber reconocido en Jesús al Mesías esperado, por la dureza de corazón se convierten en los responsables de la muerte de Jesús.
Ellos deberían no solamente haberlo reconocido como el Mesías esperado, sino aún más, haberlo presentado al pueblo como tal. Sin embargo, han vivido un proceso semejante a Judas, al no haber dejado de lado sus ideas, sobre cómo debía ser el Mesías, no pudieron abrirse a los planes sorprendentes de Dios, que no había enviado a un simple hombre profeta, sino al mismo Hijo, asumiendo la condición humana.
Hoy es un día oportuno para preguntarme si me considero simplemente un católico por tradición o por herencia de mis padres, o si ya me identifico y reconozco como un discípulo de Jesús, integrante de la comunidad eclesial, donde alimento mi fe y mi esperanza.
Si estás en el primer caso no olvides que estás bautizado, y por tanto, elegido como hijo adoptivo de Dios, y Jesús como fiel hermano desea que lo conozcas y respondas a su llamado para intimar con Él, y descubrir que te ofrece la ayuda del Espíritu Santo para crecer y desarrollar todas las buenas inquietudes, aspiraciones y sueños que han pasado por tu mente y tu corazón.
Esta es una oportunidad que te preparará a participar mañana en la Solemne Vigilia Pascual, donde podrás renovar tus promesas bautismales, e iniciar un camino espiritual, que te llevará a experimentar el amor que Dios Padre tiene por ti, y por quienes te rodean en la vida de todos los días.
Si estás en el segundo paso y ya has iniciado tu proceso de formación en la fe, y de escucha a la Palabra de Dios, renueva tu gratitud a Dios, contemplando en este Viernes Santo a Jesús crucificado, descubriendo el sufrimiento de su pasión y muerte sin haberlo merecido, pero aceptado con firmeza y fortaleza, con la confianza en Dios Padre, para manifestar el grande e inmenso amor misericordioso de Dios Trinidad, que está siempre atento y dispuesto para acompañarte en los distintos momentos de tu vida.
En cualquier situación es muy oportuno que te preguntes: ¿Me apego a mis ideas preconcebidas, sin apertura a nuevas consideraciones? ¿Leo y escucho la palabra de Dios para confirmar mis ideas, o lo hago abriendo mi corazón y mi mente para descubrir el proyecto, que Dios quiere darme a conocer?
Respondiendo esas preguntas aprenderás a convertir tu oración en una relación con Dios para poner en sus manos tu libertad, y pedir la luz para entender la respuesta que debes dar a lo largo de tu vida, en las diferentes situaciones que te toque vivir, y experimentarás la entereza de Jesús para afrontar con valentía y confianza, las infidelidades y traiciones, los sufrimientos, aún los originados sin tener yo responsabilidad alguna; constatando que es verdad, el Espíritu Santo prometido por Jesucristo a la comunidad naciente en Pentecostés, sigue acompañándonos, tanto de forma personal como comunitaria, como Iglesia.
Con plena confianza, sumémonos en la oración, que a continuación elevaremos invocando la ayuda de Dios Padre para todos los sectores de la Iglesia y de la Humanidad; y después adoraremos la cruz de Cristo para reafirmar nuestra fe y nuestra confianza en su Palabra y asumir con decisión sus enseñanzas.